domingo, 16 de diciembre de 2012

El vino de Oporto y “El Fuego envuelve tu nombre”


El vino de Porto está ligado de manera intensa, casi imbricado, a la trama y a los protagonistas de El fuego envuelve tu nombre.

La copa de Porto, tomada en distintas ocasiones, bien por Rafael Herrera, bien por Amanda Cunha, sirve en el fondo de tenue hilo conductor de acciones y  descubrimientos. Con una, los protagonistas se hacen conscientes de la atracción que sienten, de los sentimientos profundos que los embarga: amor, dicha, confianza. Y, con otra en la mano, se les revela el engaño, la traición, la desconfianza. Será al fin, esa pasión sublime, de la que no pueden sustraerse, la que ponga de nuevo cada cosa en su sitio.
Así mismo, compartiendo una botella de Porto tawny con su amiga Sonsoles, la independiente Amanda Cunha aprenderá el auténtico valor de la amistad y la importancia de la familia:
—He comprado unas galletitas rellenas de membrillo, de Santa Teresa. Son deliciosas.
—Ya sebes que yo no como dulce (respondió Amanda)
—Pues hoy sí. Y espero que tengas vino.
—Solo oporto. El abuelo me metió unas cuantas botellas en el coche. Po lo visto ahora también lo comercializan —respondió irónica Amanda.
Paladeando un buen Porto, en un pasaje clave, Rafael Herrera se contempla a sí mismo por dentro, ve el hombre que es y no quiere ser. Se analiza, y descubre, para su espanto que está profundamente ligado a esa mujer gruesa y de lengua ágil que es Amanda Cunha:  

—Ama, ¿estás ahí?

La voz se le trabó

—Claro que estoy aquí. ¿Quién crees que ha contestado al teléfono?

Oyó su risa baja. Aumentó la incomodidad de ella.

—Pero qué malas pulgas tienes. Y eso que todos hablan de tu buen carácter. ¿Seré yo el que te altera?

Amanda tomó aire varias veces, boqueando, como si fuera un pez fuera del agua, antes de responder.

—(…) Si quieres cenar llegas tarde. Ya he cenado —mintió con descaro (…)

—¡Ah, no te preocupes! –exclamó con falsa compunción, procurando aguantar la risa. Había notado la ansiedad de Amanda. Estaba claro que no quería tenerlo por las proximidades—. Yo también he cenado. Y sí, me gustaría estar contigo, pero estoy bastante lejos. Me temo que aún no funcionan los aero-transportadores.

—¿De viaje?

Rafael se tomó su tiempo para contestar. Levantó la copa con suavidad y contempló al trasluz los reflejos dorados del Porto Tawny  de quince años que le acababan de servir. Sintió un ligero escalofrío. Se dijo que en aquella terraza del hotel situado junto al campo de golf, de pronto el aire había refrescado el ambiente. No quería pensar en el secretismo con el que llevaba sus planes. Ni se le había pasado por la imaginación contarle a Amanda dónde estaba en esos momentos. (…)

El Fuego envuelve tu nombre, Lydia Leyte

La Máquina China editorial, 2011

 

El vino de oporto

 

El Porto, Oporto, Port  es un vino fortificado, esto es, se le añade brandy o aguardiente durante la fermentación para estabilizarlo y que pueda aguantar las diferencias de temperatura. Se dice que el vino de Porto ostenta la primera denominación de origen regulada de Europa. Es de 1756, cuando el ilustrado marqués de Pombal, investido de plenos poderes por el rey José I, crea la Companhia Geral da Agricultura das vinhas do Alto Douro.

El vinho de Porto Se produce en la región portuguesa del Alto Duero, en la llamada Regiâo vinhateira  do Alto Douro, cuya centro es la preciosa ciudad de Peso de Régua. Allí están el Museo do Douro y el Solar do vinho Porto.
 
 Regiâo do Alto Douro vinhateiro (región del Alto Duero)
 
Según cuenta la leyenda (o la realidad, vaya usted a saber), el vino de porto adquirió su fama allá por 1678. Por aquel entonces, el gobierno inglés, en una de sus numerosas peleas con Francia, decretó el embargo de productos de este país, entre otros el vino de Burdeos. Los comerciantes ingleses tuvieron que buscar otros mercados. Y los encontraron en Portugal.

Un grupo se acercó hasta el monasterio de Lamego, un lugar apartado en el alto Douro, ya conocido por sus tintos. Allí probaron uno excelente, suave al paladar. El abad le había añadido un poco de aguardiente durante la fermentación para estabilizarlo. A partir de entonces, antiguos marineros ingleses y escoceses asentados en la ciudad de Oporto, iniciaron un mercado que dura hasta hoy en día.
 
 Santuario da Nossa Senhora dos Remédios en Lamego Azulejos da Nossa Senhora dos Remédios, en Lamego
 

A cambio de importar el vino, los ingleses, por lo visto, permitieron a los marineros portugueses pescar bacalao en sus aguas territoriales. De este modo nacieron dos tradiciones: la de beber una copa de Porto en los selectos clubes de caballeros, en Inglaterra, y la de la extraordinaria cocina de ese pescado seco, en Portugal.

La uva (Tinta Roriz, Tina Barroca, Touriga, Tinta Câo, con las que se elabora el porto tinto; o las blancas de Malvasía…, para el blanco) se cultiva a 100 km de Oporto y del mar, en suaves pendientes que asoman al Duero. En las famosas Quintas se vendimiaba y se iniciaba el proceso. Después el mosto se introducía en barricas, y se transportaba río abajo en unas embarcaciones llamadas ravelos. En Vila Nova de Gaia estaban, y están, las bodegas que convertían el vino tinto en vino fortificado. De allí, se exportaba. Hoy en día siguen existiendo las bodegas en Gaia, que se pueden visitar, pero muchos productores ya embotellan con marca propia en sus tierras.
 
 
 Paseo en Vila Nova de Gaia, con los ravelos (hoy atracción turística) en primer plano
 
 
Beber un porto es beber dicha. Es degustar un vino aromático y dulce, con alta presencia de alcohol.

Podemos encontrarlo de varios tipos:

  • Retinto (full) vino nuevo, de sabor afrutado.
  • Tinto (red) vino aún bastante nuevo y sabor similar al anterior.
  • Tinto dorado (ruby) de 8 a 10 años de maduración, de color rojo intenso.
  • Dorado (tawny) vino de 15 a 20 años de maduración, envejecido, con irisaciones dorado amarillentas.
  • Dorado claro (ligh – tawny), de gran categoría, en su fase final de envejecimiento, con irisaciones dorado verdosas.
 
Vineyards near Chanceleiros, Alto Douro, Portugal Viñas en el Ato Douro
 
Para mí, no hay nada mejor que una copa de un buen tawny, después de una copiosa comida. Contribuye, sin duda a ensalzar el valor de la amistad y el cariño por los que te rodean.

domingo, 25 de noviembre de 2012

“El Fuego envuelve tu nombre” y la queimada.


Mi máxima es que las situaciones planteadas en una novela no solo tienen que ser reales, sino también parecerlo. Y con esto me refiero a que deben ser verosímiles. Tanto si pertenecen a la realidad actual cotidiana (negra o frívola), como a épocas pasadas o futuras, o a mundos mágicos, solo posibles en la ficción, es necesario que el lector o lectora crea en su existencia.
Al escribir, muchos de nosotros, nos basamos en experiencias propias, que adaptamos y adornamos para una situación concreta que han de vivir nuestros personajes. Este es el caso de una escena de “El Fuego envuelve tu nombre”, a la que hoy me interesa hacer referencia.
Hace años, era típico en Galicia terminar una cena o una juerga, tanto de jóvenes como de mayores, con una queimada. Se celebraba por la noche, con las luces apagadas. Yo asistí a muchas, algunas en casa de mis padres. Otras, con amigos.

Amanda Cunha y Rafael Herrera, los personajes principales de esta novela mía, recuerdan en un momento dado, una  queimada celebrada en la finca familiar de Moledo (Portugal):
 

Por unos instantes, (él) fijó  la mirada en la cesta colgante, cubierta por aquel encaje blanco rosáceo de pétalos.

(Fue) una noche lejana. La última de su estancia. Habían cenado al aire libre, como de costumbre, y al final hecho una queimada. Alguien había apagado las luces del jardín. Tan solo la luz de la luna iluminaba el lugar. Las llamas azuladas del licor ardiente bailaban. Se convulsionaban en la interior de la inmensa olla de barro. Producían efectistas coloraciones sobre los rostros que se agrupaban a su alrededor. Se había creado el ambiente idóneo para atraer a los espíritus que vagaban sin descanso por los alrededores. Al menos eso era lo que contaba con voz impostada el payaso de Marcos, acompañando su narración con dulces melodías a la guitarra. El abuelo, en su papel de brujo, no cesaba de remover el licor al tiempo que recitaba el Conxuro da queimada con voz profunda y tétrica.

Foqui, ven, acércate. Cántanos una de tus canciones —había insistido el botarate.

La imagen de la chiquilla gordita de piel morena, de pelo negro ensortijado y ojos tímidos se le presentó ante sus ojos, tan viva como entonces. Se había acercado al grupo con prevención. Todos guardaron silencio. Cada uno ensimismado en la magia de la noche, saboreando la ardiente bebida dulzona. Una voz profunda, cálida como la brisa estival que soplaba aquellas noches desde la Serra de Arga, había entonado una canción. No sabía lo que decía la letra. Era portugués. Pero seguía vivo el sentimiento que le había transmitido. Nostalgia. Profundo deseo. Desgarro.

Ella recordaba el fado. Era la Cançâo do mar, de Amalia Rodrigues, su favorita. A luz sem par/do teu olhar tâo lindo, decían dos versos.

                                   El Fuego envuelve tu nombre, de Lydia Leyte
La Máquina China Editorial, 2011


 


Praia de Moledo, entre caminha y Vila Praia de Ancora

Aunque el origen de la queimada es incierto (algunos se empeñan en decir que es celta, cuando en aquella época no existía el alambique, aparato para destilar el aguardiente, traído por los árabes a la península,), lo más probable es que haya nacido en época medieval, hacia los siglos XII /XIII.

Los ingredientes básicos son aguardiente (un destilado de la uva de la uva con unos 40º de alcohol) y azúcar.
 
 
 
 

Modo de hacerlo: en un pote de barro profundo se vierte por cada litro de aguardiente de 100 a 120 gr. de azúcar (dependiendo de los golosos que seamos). Algunos añaden cáscara de naranja o limón, e incluso granos de café. Se revuelve toda la mezcla. Con un cucharón se coge un poco del líquido azucarado y se prende fuego. En cuanto empieza a arder, se vuelca el contenido con cuidado en la olla, hasta que prenda el líquido. Mientras se quema el alcohol, se va revolviendo de tanto en tanto con el cucharón, al tiempo que se recitan las palabras mágicas: O conxuro, o esconxur, da queimada (el Conjuro de la queimada). Debe arder hasta que se apague por sí sola. Se bebe caliente, a pequeños sorbos, sintiendo como poco a poco penetra el resto de alcohol azucarado en el cuerpo. ¿Peligrosa? Un verdadero peligro. Entra que da gusto. Y, cuando te das cuenta, ya no te puedes levantar. Si se ha bebido demasiado, el dolor de cabeza del día después, es inolvidable.

En teoría, la preparación estaba destinada a apartar los malos espíritus y las maldiciones que las meigas echaban a hombres y mujeres. Era, por tanto una protección contra maleficios, y con cierto poder curativo. De ahí que mientras se realizaba el ritual, se musitasen conjuros.
 
 
 

El actual ritual de la queimada es relativamente reciente. El famoso esconxuro (conjuro) nació en Vigo en los años sesenta del pasado siglo. Y fue Tito Freire, alfarero de Mondoñedo, quien ideó allá por los cincuenta, el pote de barro sobre cuatro patitas, en el que se quema el alcohol, y los vasitos en los que se degusta.

O esconxuro da queimada lo recita el "brujo", al tiempo que se quema el alcohol y se carameliza el azúcar:

 
En gallego
Mouchos, coruxas, sapos e bruxas;
demos, trasnos e diaños;
espíritos das neboadas veigas,
corvos, pintegas e meigas;
rabo ergueito de gato negro
e todos os feitizos das menciñeiras...

Podres cañotas furadas,
fogar de vermes e alimañas,
lume da Santa Compaña,
mal de ollo, negros meigallos;
cheiro dos mortos, tronos e raios;
fuciño de sátiro e pé de coello;
ladrar de raposo, rabiño de martuxa,
oubeo de can, pregoeiro da morte...

Pecadora lingua de mala muller
casada cun home vello;
Averno de Satán e Belcebú,
lume de cadáveres ardentes,
lumes fatuos da noite de San Silvestre,
corpos mutilados dos indecentes,
e peidos dos infernais cus...

Bruar da mar embravecida,
agoiro de naufraxios,
barriga machorra de muller ceibe,
miañar de gatos que andan á xaneira,
guedella porca de cabra mal parida
e cornos retortos de castrón...

Con este cazo
levantarei as chamas deste lume
que se asemella ao do inferno
e as meigas ficarán purificadas
de tódalas súas maldades.
Algunhas fuxirán
a cabalo das súas escobas
para iren se asulagar
no mar de Fisterra.

Ouvide! Escoitade estos ruxidos...!
Son as bruxas que están a purificarse
nestas chamas espiritosas...
E cando este gorentoso brebaxe
baixe polas nosas gorxas,
tamen todos nós quedaremos libres
dos males da nosa alma
e de todo embruxamento.

Forzas do ar, terra, mar e lume!
a vós fago esta chamada:
se é verdade que tendes máis poder
ca humana xente,
limpade de maldades a nosa terra
e facede que aquí e agora
os espiritos dos amigos ausentes
compartan con nós esta queimada.
En castellano
Búhos, lechuzas, sapos y brujas;
Demonios, duendes y diablos;
espíritus de las vegas llenas de niebla,
cuervos, salamandras y hechiceras;
rabo erguido de gato negro
y todos los hechizos de las curanderas...

Podridos leños agujereados,
hogar de gusanos y alimañas,
fuego de la Santa Compaña,
mal de ojo, negros maleficios;
hedor de los muertos, truenos y rayos;
hocico de sátiro y pata de conejo;
ladrar de zorro, rabo de marta,
aullido de perro, pregonero de la muerte...

Pecadora lengua de mala mujer
casada con un hombre viejo;
Averno de Satán y Belcebú,
fuego de cadáveres ardientes,
fuegos fatuos de la noche de San Silvestre,
cuerpos mutilados de los indecentes,
y pedos de los infernales culos...

Rugir del mar embravecido,
presagio de naufragios,
vientre estéril de mujer soltera,
maullar de gatos en busca gatas en celo,
melena sucia de cabra mal parida
y cuernos retorcidos de castrón...

Con este cazo
elevaré las llamas de este fuego
similar al del Infierno
y las brujas quedarán purificadas
de todas sus maldades.
Algunas huirán
a caballo de sus escobas
para irse a sumergir
en el mar de Finisterre.

¡Escuchad! ¡Escuchad estos rugidos...!
Son las brujas que se están purificando
en estas llamas espirituales...
Y cuando este delicioso brebaje
baje por nuestras gargantas,
también todos nosotros quedaremos libres
de los males de nuestra alma
y de todo maleficio.

¡Fuerzas del aire, tierra, mar y fuego!
a vosotros hago esta llamada:
si es verdad que tenéis más poder
que los humanos,
limpiad de maldades nuestra tierra
y hacer que aquí y ahora
los espíritus de los amigos ausentes
compartan con nosotros esta queimada

domingo, 18 de noviembre de 2012

“Las Hijas del mar” y la playa de A Lanzada


I

Treinta años atrás

La luna llena se fragmentó en polvo dorado y se diluyó en la luz lechosa del alba.

Fue entonces cuando las tres jóvenes casadas recorrieron desnudas el vasto arenal de La Lanzada camino del mar.

Se adentraron en el agua formando un solo cuerpo, un solo espíritu. Llevaban una única intención. El deseo sublime de ser madres. Saltaron a un tiempo la primera ola, la segunda, la tercera… y así hasta siete, según mandaba la tradición. Después, permanecieron estáticas con los pies bien asentados en el fondo marino, abrazadas en un círculo perfecto. Cuando una ola gigante las cubrió, Nereo, el dios de la espuma de las olas, fecundó sus cuerpos.

Siete meses más tarde nacieron tres criaturas humanas. De su padre Nereo heredaron la ecuanimidad. De sus hermanas, las Nereidas, la belleza, pero también la bondad de corazón. Y de los humanos, la generosidad y la entrega.

Sin embargo, no todos los habitantes del Templo de los Mares se mostraron conformes con este nacimiento. Dos espíritus, tan malignos como hermosos, con torso de mujer y cuerpo de ave, se rebelaron contra el dios y pusieron en duda su poder. Nereo logró contenerlas, y desterrarlas de por vida a las islas Cíes, que guardan la entrada de la Ría de Vigo. Y ellas, clamaron venganza. (Fragmento de Las Hijas del mar, de Lydia Leyte)

Así comienza Las Hijas del Mar, mi relato premiado para formar parte de “Romance paranormal. Antología Escribe Romántica”, editado por ese blog, tan implicado en la narrativa romántica, a través de Editora Digital (descarga gratuita).


 

  Portada de Helena Pérez-Mejías

         Los relatos debían estar basados en una leyenda tradicional o popular del país de los autores participantes. Yo elegí una que me gusta de manera especial y que es muy conocida en el sur de Galicia:El baño de las nueve olas.

De esta, hay muchas versiones que giran alrededor del mismo tema: los ritos de infertilidad. En ella se mezcla, casi diría se imbrica, el paganismo con la religión, hasta no saber dónde comienza uno y termina el otro.

La leyenda

Una de estas versiones cuenta que las mujeres infértiles deben acudir a la Romería de la Virgen de A Lanzada el último fin de semana de agosto. En la medianoche del sábado al domingo tienen que bañarse en el mar, y saltar las olas, nueve pero contando desde dos (o sea, siete olas). Al amanecer acuden a la ermita de la Virgen de A Lanzada y barren alrededor para ahuyentar todo tipo de meigallos (mal de ojo y demás hechizos malignos). Realizan una ofrenda a la Virgen de A Lanzada y después de la misa acuden a la procesión donde se pasea la imagen  vestida con sus mejores galas.

Otra cuenta que una vez saltadas las olas, las mujeres deben acostarse sobre una piedra plana llamada la “Cama de la Virgen”, justo al lado del mar, en el plano inferior de la pequeña ermita.

 

La ermita

La diminuta ermita está situada en un roquedo desde el que se domina la playa más grande de Galicia, un inmenso arenal en forma de arco. Según parece la actual del siglo XII fue construida sobre los restos de una antigua necrópolis de la cultura castreña. Sobre esta última se levantó una fortificación para detener el ataque de viquingos y normandos a las costas gallegas y evitar que llegaran a Santiago y al sepulcro del Apóstol.
 
 
 
 La playa
Situada en El Grove (Pontevedra) es un arenal en forma de arco de unos 2,5 kilómetros de longitud, delimitado por dunas y rodeada de una entorno paradiasiaco. Pertenece al espacio natural protegido de la Red Natura 2000. En los últimos tiempos se ha convertido en un lugar de encuentro de los aficionados al surf, así como al windsurf y kitesurf, debido a las frecuentes rachas de viento.
 
 

 

Una comida que no puede faltar:

Mejillones al vapor
 

receta de Mejillones al vapor
                           

En la zona de El Grove son famosos los pescados y mariscos. El mar está plagado de mejilloneras. Un plato sencillo para degustar son los mejillones al vapor. Más fácil, imposible. Doy cantidades aproximadas, todo depende de las ganas de comer que tengamos.

Para 2 personas:
 De medio kilo a 1 kg de mejillones gallegos (esto es esencial, su sabor es incomparable) con su concha
Un litro de agua con un buen puñado de sal gorda
una hoja de laurel (opcional, en casa no la solemos echar)
limón

Se limpian las conchas raspando una con el filo de la otra
Se pone el agua con la sal, y el alurel, en una olla amplia. Se echan los mejillones y se dejan hervir (cuidado que no se escape el agua). En cuanto empiecen a abrir , se dejan un par de minutos y se sacan a una fuente plana.
Se sirven, con un poco de limón exprimido sobre la carne.
Acompañar de un blanco gallegos: albariño o Godello.

 

domingo, 28 de octubre de 2012

Chulas de calabaza para la fiesta del Samaín, nuestro particular Halloween




Los celtas dividían el año en dos partes: la mitad oscura, que comenzaba en el mes de Samonios (octubre/noviembre) y la mitad clara, en el mes de Giamonios (abril /mayo). Si nos fijamos, coinciden con el equinoccio, de otoño y primavera respectivamente.

El momento de transición entre ambas épocas se llama en gaélico Samhain (Samaín, en gallego) que significa “Fin del verano”. La noche del 31 de octubre al 1 de noviembre, según nuestro calendario, se celebraba la fiesta que ponía fin a la cosecha. Era el comienzo del nuevo año celta, un momento de transición. Se terminaba una época y se iniciaba otra, la del periodo de la mitad oscura.

Durante el Samaín se producía una comunicación con el espíritu de los difuntos que durante esas fechas podían regresar al mundo de los vivos. A su vez, la gente tenía la oportunidad de reunirse con sus antepasados. Para facilitarles el camino de vuelta, se encendían hogueras en las encrucijadas de los caminos, y así ellos tenían una luz que los guiara. Para ahuyentar a los malos espíritus, se dejaba comida a las puertas de las casas. De ahí la tradición actual de que los niños pidan dulces. 

La iglesia en su momento se apropió de esta celebración pagana y la cristianizó, dándole el nombre de Día de Todos los Santos. En Estados Unidos, el Halloween.

En Galicia, como en Irlanda, hasta hace unos treinta años se celebraba el Samaín en la mayor parte de los pueblos y ciudades. Después la fiesta se fue perdiendo, hasta que hace poco fue recuperada. En lugares como Foz o Cedeira (costa de Lugo) es famoso el Samaín, con calabazas, castañas, juegos malabares... En Rivadavia (Ourense) la noche del 31 de Octubre siempre se ha celebrado “A noite Meiga” (la noche de las brujas). La ciudad se llena de fantasmas, brujas, vampiros… y en el castillo se construye el pasadizo del terror.
 

                         Para celebrar el Samaín: 

 

-          qué leer: aunque no es de un autor gallego, os propongo, El Monte de las Ánimas, la aterradora leyenda de Gustavo Adolfo Bécquer.

-          Qué comer: chulas de calabaza, filloas rellenas de chocolate, castañas asadas.

-          qué beber: vino tinto nuevo, oscuro, recién sacado de la barrica.

-          qué vestir: de negro, de la cabeza a los pies. Acompañar el vestuario con un buen pintado de uñas y labios en un azul noche. Nos sentiremos verdaderas “meigas”.

-          qué hacer: contar cuentos de terror, de aparecidos, de náufragos que vuelven a casa…, mientras asamos castañas y chorizos en las brasas. De postre  filloas y chulas de calabaza,

-          qué adorno buscar: colocar en la ventana una calabaza vaciada con una vela encendida en su interior. Dejar la luz toda la noche, para que el espíritu de nuestros antepasados encuentre con facilidad el camino de regreso.

  Monjes guerreros de EL Monte de las ánimas

 
 
Receta de chulas de calabaza.

  Foto de chulas de calabaza de el blog La cocina de Lechuza, donde encontraréis un interesante artículo sobre el Samaín
http://www.lacocinadelechuza.com/2009/10/en-galicia-celebramos-el-samain-con.html

 
El blog O Garfelo nos propone unas deliciosas:

 Ingredientes

 

-500gr de calabaza asada en el horno (no cocer porque se llena de agua)

-3 cucharadas soperas de azúcar

-150 gr. de harina

-una pizca de canela

-medio sobre de Royal (o similar)

-4 huevos

-aceite para freír (girasol u oliva, al gusto)

-azúcar glass para espolvorear.

 

Modo de hacerlo

 Cortar la calabaza en rodajas gruesas. Asarlas en el horno, a 170º, durante 40 minutos. Dejar templar, pelar y machacar la pulpa con un tenedor.

Batir los huevos con el azúcar y unir el puré de calabaza.

Añadir la harina con el Royal y la canela, hasta formar una pilla un poco espesa. Si queda demasiado, echar un poquito de leche.

Calentar el aceite. Ir echando cucharadas de masa. Freír, pero con cuidado de que el calor no arrebate la masa o que quede cruda por dentro. Sacar a un plato con papel de cocina para eliminar el exceso de grasa. Dejar templar y espolvorear con azúcar glass. Servir.


 

domingo, 30 de septiembre de 2012

Las galletas de Diana Palmer


Las galletas de Diana Palmer

 
                                                    Mi biblioteca de Diana Palmer
 
 
No. Que nadie se lleve a error.

Diana Palmer, la popular escritora de novela romántica norteamericana, no se ha hecho confitera, ni panadera, ni ha sacado una marca propia de dulces. Este articulillo se refiere a las “galletas” que cocinan las protagonistas de sus novelas. Como además  de ser lectora soy una apasionada de la cocina, me he dedicado a investigar hasta dar con la receta adecuada.

Pero vamos por partes. No sé muy bien por qué me atraen tanto sus novelas, o al menos una parte de ellas. Soy, al igual que mi querida Olivia Ardey (recordemos su exquisita  Dama de Tréboles) una enamorada del Oeste americano, de sus inicios y de su evolución. Creo que mi atracción a determinadas series de esta autora (como  Hombres de Texas, Soldados de Fortuna, o la de Jeremiah Cortez, por nombrar las más conocidas) se debe a la recreación un tanto costumbrista de esos espacios en la actualidad.

Diana Palmer imprime en sus obras un conservadurismo atroz. Sus personajes tanto masculinos como femeninos se mueven por esos viejos principios de amor a la patria, valor, amistad, fidelidad, profundas creencias, recato en el vestir y en el comportamiento… Frente a todo esto, la autora pone en boca de ellos una defensa a ultranza del medio ambiente, del paisaje, del modo de vida del Medio oeste americano, de la necesidad de educación como forma de progreso y de la cultura nativa del país. Muchos de sus personajes son de origen indio, y muestran su orgullo de raza, tal como ocurre con Jeremiah Cortez, comanche, o con el policía Drake, cherokee, en “Antes del Amanecer”:

 “Era más alto que la mayoría de los espectadores y ofrecía un aspecto elegante, con su costoso y bien cortado traje de chaleco gris. Tenía un rostro atezado y flaco, levemente surcado de cicatrices, de grandes ojos negros y almendrados y cortas pestañas (…). Llevaba el pelo, denso y negro como el azabache, recogido en una pulcra coleta que le caía por la espalda casi hasta la cintura (…). Cortez era comanche. Había tras aquel peinado tan poco convencional, un pasado ancestral (…).” (Antes del Amanecer).

 Por su parte, los personajes femeninos se ajustan a un riguroso arquetipo. En general  no son bellas, aunque sí, muy atractivas. Son mucho más jóvenes que el hombre del que se enamoran. Suelen haber sufrido una infancia traumática (bien por haber vivido en casas de acogida y/o en un hogar desestructurado, o han sufrido el abandono, o la violencia, del padre o la madre), pero que han sabido enfrentarse al destino y salir adelante, convirtiéndose en seres de fuerte personalidad, apreciadas por su trabajo, queridas y respetadas por los miembros de la comunidad. En general, son mujeres inocentes, recatadas, cuyas vidas se rigen por fuertes principios morales: honestas, pudorosas, y por supuesto, virginales, cuya palabrota más sonada es “¡Diantres!”. Un ejemplo de ello es el personaje de Gracie March, para mí el más entrañable de sus obras, con graves secuelas físicas y psíquicas debido al maltrato:

 “Intentaba disimular sus problemas de memoria, pero la verdad es que se olvidaba de cosas, tropezaba con los escalones, y perdía el equilibrio en los lugares más inesperados. Aquellos lapsos tenían una explicación física, pero jamás se la había contado a su hermanastro, a pesar de que ya hacía casi doce años que su madre y ella se habían ido a vivir con Jason y el padre de este”. (“Para siempre”),

Son ellas, las que elaboran en un visto y no visto estas deliciosas galletas caseras para el desayuno de sus amados.

En resumidas, Diana Palmer recrea en sus novelas un universo propio y cerrado que se desarrolla en pequeñas comunidades, como es el caso de Jacobsville (o lo que viene a ser lo mismo, el poblado de un tal Jacobs que debió de llegar a esas tierras de Texas durante la conquista del Oeste y allí se quedó y formó una próspera villa). Las gentes que lo habitan en la actualidad forman una “gran familia”, con múltiples interrelaciones, en la que conviven desde defensores de la ley (véase FBI, DEA y demás siglas que si os explicara su significado “tendría que mataros”), junto con ex - mercenarios, ganaderos prósperos, hombres de negocios y todo un coro de personajes, la “gente normal” (tenderos, la propietaria del único café, y un largo etcétera) que aporta la necesaria verosimilitud a sus historias.

 

Receta de las galletas de Diana Palmer
 

                                                En el desayuno, deliciosas
 

 Las galletas de Diana Palmer no son dulces, sino un buen sustituto del pan. Lo mismo sirven para acompañar unos huevos rancheros (o el castizo huevos fritos con matanza) que un café, adornadas con un buena capa de mermelada casera. Por su tacto y aspecto están muy próximas al de los scones, esos delicioso bollitos ingleses.

 
En “Secretos entre los dos”, Gloryanne Barnes hace galletas  para Rodrigo Ramírez:

 “Le sirvió a Rodrigo beicon, huevos y las galletas caseras que había aprendido a hacer de niña”

 

Horno a 190º.

Ingredientes (para medidas americanas)

Ø      2 cup de harina de fuerza (Gallo de fuerza, santa Rita… Se pueden hacer con harina floja, pero quedan un poco más blandas)

Ø      1 cucharada y media de polvo de hornear bizcochos (Royal)

Ø      6 cucharadas soperas de mantequilla fría.

Ø      Una pizca de sal

Ø      ¾ escasa de taza escasa de leche fría.

Ø      Harina para amasar.

 

Modo de hacerlo:

1.- Poner en un bol la harina con la sal, el Royal y la mantequilla. Trabajar con los dedos hasta formar migas gruesas.

2.- Añadir la leche poco a poco e ir incorporándola  a la masa (cuidado!!!, a lo mejor no se necesita toda. Depende de la densidad de la harina).

3.- Amasar ligeramente hasta formar una masa compacta pero suave.

4.- Extender con rodillo. Cortar círculos con cortapastas 8el mío 5cm/D). Colocar sobre bandeja de horno cubierta con papel de cocina y hornear  de 15 a 20 minutos, hasta que estén doradas y crujientes.

 

Sobre las medidas. Para las que no tengáis el juego de medidas americanas, las equivalencias son las siguientes:

1 cup: 1 taza de té.

1 cuchara: 1 cuchara de sopa

viernes, 13 de julio de 2012

I Congreso de Literatura Romántica Ciudad de A Coruña

Cielo gris. Mar de acero.
A lo lejos, los sucesivos chubascos rompían con violencia la suave línea del horizonte. La costa de la Ensenada del Orzán se dibujaba diáfana, iluminada de vez en cuando por los pálidos rayos de sol.  Frente por frente a nosotros, el Domus, (la Casa do Home), del japonés Arata Isozaki, nos contemplaba mudo a través de la línea de vanos de su parte inferior. En la playa de Riazor, las olas se acercaban impetuosas, socavaban la arena, y se alejaban dejando tras de sí un rastro de espuma…



Playa de Riazor, con sol

¿Alguien puede imaginar un escenario más apropiado, con esa ambientación casi gótica,  para el I Congreso de Literatura Romántica?

Hasta en eso tuvimos suerte. ¡Qué hubiera dado por un fin de semana como este del 6-7-8 de julio un poeta como Shelley, o el mismo Bécquer!

Además del paisaje, del tiempo casi otoñal, de la belleza de A Coruña, las que estuvimos allí, disfrutamos también de la compañía, de la charla, de las anécdotas y comentarios de escritoras, lectoras, editores y aficionados a la novela romántica. Repartimos besos y abrazos a miles, con la alegría de volver a encontrarnos después de tantos meses.

Un auténtico lujo, que ha sido posible gracias al empeño de Trinidad Palacios. Si el año pasado nos ofrecía el I Encuentro Diván Romántico, este año su ambición ha ido a más con este I Congreso de Literatura Romántica.

Actividades desde el mismo viernes. A las 17:30, recepción en el Ayuntamiento, en la Plaza de María Pita, donde nos regalaron un recuerdo de la ciudad: un broche con una mini Torre de Hércules. Muchas nos lo pusimos, y casi puedo decir, al menos por mí, que aún no nos lo hemos quitado de la chaqueta. Por nuestra parte, hicimos donación  de nuestras novelas para las bibliotecas públicas de Coruña. Y, a continuación, una visita guiada. Allí pudimos ver y apreciar las joyas que alberga: la colección de relojes, los cuadros, los muebles…

Interesantes las charlas del sábado: desde la primera, “Hablan las lectoras”.  Tres lectoras de distintas partes de España nos dieron su particular visión de lo que entienden, creen y esperan de la novela romántica. Entretenido, ameno y excelente comunicador, Pepe Souto, que nos habló de marketing on –line, planteándonos nuevos retos.

Siempre es bueno escuchar a los representantes de las editoriales. Nos ofrecen un punto de vista, a veces difícil de comprender por el desconocimiento que tenemos de su manera de funcionar. En todo caso, mostraron su apoyo hacia la novela romántica y hacia sus escritoras en la Mesa de editoriales.

También las novelistas estuvieron presentes, como no podía ser menos. El viernes, Ángeles Ibirika, nos presentó su novela Donde siempre es otoño en la FNAC de A Coruña, acompañada de Lourdes Díaz, de Booket Planeta.

El sábado por la tarde, desde el estrado, Arlette Geneve nos trajo la última suya, Mudaÿÿán, lo que dio pie para plantear la necesidad de incluir la historia de España en la romántica de este país. Por su parte Noelia Amarillo, con su excelente Quédate a mi lado, nos ofreció la visión de los menos afortunados (cada vez más en estos terribles tiempos de crisis), con la historia de Jared, un orgulloso mendigo y su lucha por integrarse en una sociedad poco amable que tiende a obviar a los desfavorecidos. Ambas escritoras estuvieron acompañadas por Andrea Tommasini, de Editorial Terciopelo.

Por su parte, Ana R. Vivo, junto a Lucía de Vicente, de Editorial Éride, Letra N, cerró la sesión, hablándonos de su última obra, Niebla en el pasado.

¿Cómo es posible un programa tan ambicioso y tan bien organizado? El mérito como he dicho al inicio, es de Trini Palacios, sin ninguna duda. Junto a ella, ha habido otras manos, Kelly Dream ha dibujado el logo, Mª José Losada, Teresa Cameselle… Marta Palacios, a la que apenas pude dar un solo achuchoncito. El Hotel Riazor, donde se celebró el congreso, que sirvió la comida. Y otras que con su esfuerzo e ilusión han hecho posible este estupendo fin de semana romántico.

No puedo olvidarme de Mercedes, de la librería Molist. Además de estar presente en la Mesa de Libreros, y aguantar con humor las bromas que se hicieron  a su costa, nos instaló una mesa llena de novedades. Ni que decir tiene, que el picoteo fue constante. Al menos en mi caso.  

¿Qué falta? Pues lo que todo el mundo supone: la continuación. El II Congreso de Literatura Romántica Ciudad de A Coruña 2013.

 

sábado, 30 de junio de 2012

Itinerario por el Portugal de El Fuego envuelve tu nombre

Tendemos a asociar Portugal con Lisboa, su capital. Visualizamos el intrincado itinerario de los viejos tranvías; recordamos el Chiado, los fados o la poesía de Pessoa… Sin embargo, hay otro Portugal. Uno desconocido, intenso, amable. El de los pequeños pueblos y poblaciones que se extienden a lo largo de su territorio.

El escenario portugués de El Fuego envuelve tu nombre recrea una minúscula parte de este maravilloso conjunto de paisajes, encantadoras poblaciones antiguas, y naturaleza en estado puro, situados al norte, en la desembocadura del río Miño, en la raia o frontera natural, que une y separa Portugal de España.

En el capítulo 14, Amanda Cunha, la protagonista llega a Moledo, el pueblo bañado por las aguas del Atlántico, donde veranea su familia:

“Amanda enfiló el camino que conducía a la casa de su niñez y detuvo el coche. Sus músculos contraídos por la larga conducción parecieron relajarse. Se apeó, se descalzó e introdujo los pies en un montículo de arena caliente que el viento había ido acumulando al borde del camino.”

Tomando como base este lugar, voy a trazar un itinerario, que sirva de excusa para hacer un viajecito corto por estas tierras portuguesas.

Moledo nació como pueblo de veraneo a principios del XX, cuando políticos y famosos, decidieron  pasar allí su época de descanso. Posee una playa de más de dos kilómetros de arena blanquísima, batida a por las olas y los vientos del Atlántico. Es un lugar ideal para relajarse, para practicar Windsurf, para navegar. Está muy bien protegido por la Mata do Camarido, el bosque de pinos que el rey don Dinís de Portugal mandó plantar en el siglo XV para sostener las dunas.

“El aroma del Atlántico subía hacia la enorme masa boscosa con tantos siglos de existencia.” (página 312)

Desde la playa de Moledo, podemos contemplar la desembocadura del Miño, con el monte Santa Tecla (la “gran teta”, como se le llama de manera popular por su peculiar forma), en el lado español, y el isla da Ínsua, a modo de barco varado en plena desembocadura.

 
Playa de Moledo con Santa Trega al fondo


“A pesar de la naciente oscuridad, aún se adivinaba la mole cónica del mítico Santa Tegra, en el lado español y el Forte da Ínsua, el antiguo baluarte portugués en la desembocadura del Miño.” (página, 315).

El veraneo de Moledo es de playa, de paseos, de buenas comidas, y de  apacibles sesiones nocturnas, saboreando helados, café y vino de oporto, en cualquiera de los locales de la playa, al arrullo de las olas.

“(Rafael) había ido derribando una a una todas las barreras que ella había levantado hasta lograr que creyera y confiara en él (…) Porque a Rafael lo amaba más que a su propia vida (…).

—Que levante la mano quien quiera un oporto.” (página 322)



¿Qué excursiones hacer?



1.- Visita a las ciudades fortificadas: Caminha (a pocos kilómetros de Moledo), Vilanova de Cerveira y Valença do Miño, esta última, en la frontera con España, conserva intactos sus dos recintos fortificados. Son ciudades para pasear, descansar en una terraza bajo los árboles de sus plazas públicas y comprar. Son famosas sus ferias: la de Valença, los miércoles; la de Vilanova de Cerveira, los sábados.

Vista de Valença do Minho

2.- Una escapada a Ponte Lima (autopista A-1, frontera portuguesa – Porto), en el interior. Una de las ciudades más bonitas, enclavada junto al río Lima, el llamado “Río del Olvido” por el que sentían terror las tropas romanas que se asentaron en este territorio. Según la leyenda, al atravesar el río, se borraba la memoria. Un centurión romano tuvo que llamar uno a uno a sus soldados por su nombre propio para demostrarles que la leyenda no era cierta, y así obligarlos a cruzar a la otra orilla.  Cada verano se celebra un festival de jardines, en el parque junto a la fantástica piscina municipal:    

Festival Internacional de Jardins, de Ponte de Lima



Rafael Herrera llama por teléfono a Amanda desde Ponte de Lima:




“La voz que respondió a su saludo no era la esperada.

Sus piernas flojearon.

Ama, ¿estás ahí?

La voz se le trabó.

—Claro que estoy aquí. ¿Quién crees que ha contestado al teléfono?

Oyó su risa baja. Aumentó la incomodidad de ella.

—Pero que malas pulgas tienes  (…). ¿Seré yo el que te altera?

(…)

—Rafael, supongo que no me has llamado a estas horas para hablar de mi temperamento (…).” (página, 173)



Puente sobre el río Lima (el "río del olvido")


3.- Otra escapada, esta vez, al lado español: cruzando desde Caminha por el trasbordador, llegamos a Camposantos, de ahí a A Guarda (subir al Monte Santa Tecla para observar el maravilloso paisaje de la desembocadura del Miño y del Atlántico; visitar la citania celta). Seguir la línea de la costa, entre bosques, recorriendo la línea del rompeolas, se llega a Bayona La Real, puerto que tuvo la primera noticia del descubrimiento de América, con la llegada de la carabela Pinta.  Vigo está a unos treinta kilómetros.

Por los puentes internacionales: desde  Vilanova de Cerveira, para hacer un recorrido por la zona de El Rosal, y probar su excelente vino de albariño. Desde Valença do Miño, por el antiguo puente de hierro (proyectado por un discípulo de Eiffel) se llega a Tui. Una visita a la zona antigua y a la catedral merece la pena. Para relajarse nada como un café en el jardín del Parador de Turismo. O un paseo por la senda peatonal del Miño.



¿Qué comer?

Pescado grelhado (a la parrilla) o en caldeirada (guisado con verduras), y marisco de la costa, cocido o con arroz caldoso (merece la pena el arroz de mariscos). Carnes grelhadas, (delicioso el porco preto (negro), similar a nuestro cerdo ibérico). Por supuesto, no puede faltar el bacalao, preparado de cien mil maneras distintas.



¿Qué comprar?

Objetos de latón en Caminha y Vilanova. Ropa de casa de algodón y lino, originales detalles de decoración, de vajilla (como las de porcelana de Vista Alegre) o de menaje de cocina, ropa…, en Valença. VINOS: del Douro o del Alentejo; albariños blancos de Mónçao; vinho verde (ácido, un poco espumoso, con agulha –aguja- típico de la provincia del Minho); oportos (vino fortificado, con la denominación de origen más antigua de Europa)…



Mi receta de bacalhau grelhado (bacalao al grill)

Este es un plato que hacemos mucho en casa. No tengo fotos nuestras, asíq ue tomo esta prestada.


Ingredientes para 4 personas


4 lomos de bacalao bien desalados (ponerlo en agua 48 horas antes, cambiándosela con frecuencia, unas cinco veces al día. Mejor dejarlo en la nevera mientras se desala)

1 cebolla que no pique

Aceitunas negras

Aceite de oliva virgen (ideal si es un aceite del Douro o del Alentejo, ambos en Portugal)

Patatas pequeñas con piel y bien lavadas

Modo de hacerlo


1.- Colocar las patatas en una fuerte de horno. Salar. Cubrir con papel de aluminio y hornear durante 1 hora a  200º. Quitar el aluminio en los últimos minutos para que se dore la piel de la patata.

2.- Sacar el bacalao del agua. Secarlo bien con un paño, apretando un poco para quitar toda la humedad.

3.- Poner una plancha al fuego con aceite. Calentarla bien. Dorar a alta temperatura, los trozos de bacalao, primero por el lado de la piel, y después por el otro. No pasarlos mucho, para evitar que se resequen. Darle la vuelta con mucho cuidado para que no se rompan. Lo bonito es sacar las tajadas de bacalao enteras y bien doradas.

4.- Colocar sobre la fuente de servir, acompañado de las patatas asadas, la cebolla en rodelas, y las aceitunas. Regar con un buen chorro de aceite.