lunes, 1 de julio de 2013

París en LOS OJOS DEL BOSQUE


El parque Monceau, situado en el VIII Distrito, es de mis lugares preferidos de Paris. Por eso lo elegí como uno de los escenarios de la historia de Julián Olabide.

 

Camino por un sendero del Parque Monceau. Mis pasos me dirigen al lugar de nuestras citas. La cuarta en menos de quince días. Sorteo los charcos que embalsan la tierra, testigos de la terrible tormenta que esta noche asoló París. Ella me espera impaciente, envuelta en una amplia capa de tweed.

                                                                                  LOS OJOS DEL BOSQUE, PP 365

 

  

El parque Monceau, de Claude Monet




No soy la única que siente semejante atracción por este sorprendente parque. Personajes trascendentales de la cultura buscaron su inspiración paseando por este delicioso jardín. Es el caso del pintor Claude Monet, del compositor Hector Berlioz, o del escritor Marcel Proust.














Otro escritor, el mexicano Carlos Fuentes lo menciona en Una familia lejana. Para él, el parque Monceau es una obra de arte rodeada de extraordinarias mansiones engendradas por la “demencia aristocrática”.













El parque nació en 1778 cuando el duque Felipe de Orleáns se hizo con un terreno de 12 hectáreas en el poblado de Monceau. El noble encargó el diseño a Louis de Carmontelle, un paisajista amante del estilo inglés, muy alejado del modelo francés, rígido y formal, tan de moda en la época.




En un primer momento, el parque Monceau fue conocido como La Folie de Chartres (la locura de Chartres), porque el Duque mandó construir, y repartir por todo el territorio, reproducciones a pequeña escala de monumentos representativos de otras culturas: una pirámide egipcia, una pagoda, un castillo gótico, un minarete, un templo romano…


Museo Cernuschi de arte asiático,
uno de los palacetes construidos en terrenos del parque

En 1860, fue comprado por la ciudad de París. Parte se vendió para construir (de ahí las casas señoriales que rodean este hermoso lugar). El Barón Haussmann, artífice del urbanismo de la ciudad, salvó la mitad y lo convirtió en un parque semipúblico, inaugurado por Napoleón III en 1861. Ambos personajes aparecen mencionados repetidas veces a lo largo de la novela LOS OJOS DEL BOSQUE.

 




Desde finales del S. XIX, el parque se convirtió en lugar de paseo y encuentro de los parisinos. 

También Julián de Olabide y su amante se reúnen en él, se esconden tras alguna de sus construcciones, lejos de los ojos curiosos del público, para dar rienda suelta a su pasión:





Bette Davis en El Altar de la Moda, 1934




Contemplo abrumado su belleza. La sombra de dorada de los párpados contrasta con el tono violáceo de sus ojos. El carmín rosado empalidece su piel. Me tiende las manos. Las guardo entre las mías. Tiemblan. Detecto incertidumbre. Nos besamos con ansia desenfrenada. Sus dedos se deslizan entre nuestros labios. Los lamo, los retengo en el interior de la boca, los absorbo, los exprimo. Sus gemidos suaves me conducen casi al paroxismo. Nos ocultamos (…).

                 LOS OJOS DEL BOSQUE, pp 565

                                                       

 






En la actualidad, el parque Monceau abarca una superficie de 82.506 m. cuadrados. Muchas de las antiguas construcciones han desaparecido...





Otras aún se conservan, como la pirámide 


La Naumaquia en los años 30











y la Naumaquia, el enorme estanque rodeado de columnas corintias.



Diseminadas por el lugar, algunas ocultas por la vegetación, hay numerosas esculturas de mármol dedicadas a personajes del mundo de la cultura: artistas, músicos, literatos.






Una de mis preferidas es la de Fréderic Chopin, realizada por Jacques-Froment Meurice (París, 1864 -1948). En ella se representa al compositor interpretando la Marcha Fúnebre. Recostada junto a él una mujer, símbolo del dolor.